Como viajero comienzo mis andanzas gracias a mi familia, viviendo en puntos muy distantes, lo que me permite poder viajar y empezar a descubrir una faceta y labor en la que me siento cómodo: la imagen.
Este oficio, que en un primer momento no me había marcado tanto sino por su lenguaje visual y estético, marca un antes y un después a partir de mi primer gran viaje por y para un medio impreso. África, la génesis de la vida, nos abre las puertas para dar una valiosa lección. No se trata de una labor estrictamente social, sino periodística, por la cual uno debe tomar responsabilidad de lo que muestra, de lo que quiere captar y transmitir a través de su trabajo, ya sea dentro del ámbito del documental o de la ficción. Una acción aplicable a oficios como la cinematografía, la fotografía fija, el periodismo o el ocio común en las redes sociales; todo cuenta.
Desde aquel punto de giro he intentado mantenerme en continuo contacto con el ser humano: formarme como un narrador visual que capte y documente la esencia de las alegrías y las luchas humanas.
Desde finales del 2017 empiezo a mezclar fotografía de carrete junto con digital, intentando compaginarlas y acercarme un poco más a la esencia de sus inicios, al igual que con las interacciones humanas en base a la fotografía de retratos con historias. Hoy no sabría si describirme como fotógrafo, cinematógrafo, periodista, o simplemente un aficionado en todas estas artes que intenta mejorar progresivamente.
Simplemente, buen viaje.